miércoles, 10 de diciembre de 2014
La noche de los monstruos geniales. Inauguración Jueves 11/12. 18 hs. Oficina Proyectista, Perú 84.
Tenemos el gusto de invitarlxs a “Los monstruos geniales”, la muestra aniversario Nº 90 (nueve
años) de la Oficina Proyectista, cuya inauguración se realizará el día Jueves 11 de Diciembre a
las 18hs*.
Horarios de visita: miércoles,
jueves y viernes de 18 a 20 hs, hasta su cierre el viernes 19 de
diciembre.
Inauguración: Jueves 11
de Diciembre 18hs. Pueden venir a compartir sus proyectos y
dibujarlos en las paredes.
Viernes 12: 18hs. Invitación
a niños y niñas a dibujar monstruos geniales
Comparten sus monstruos geniales:
Fer Rodrigo, Tamara Domenech, Leila
Córdoba
Germán Caporale, Camilo Guinot, Sandy
Pauli,
Virginia Buitrón, Susana Barbará, Eva
Dolard,
Marcela Oliva, Jorge Opazo, Pablo
Caracuel, Luján Funes, Amanda García, Cristina Coll, Alejo Rotemberg, Paula
Herrera, Andre Fasani,
Euge Hernández, Nana Simone, Marcos
Luzcow,
Juli Ceci, Sonia Neuburger, Sofía Abt, Diego
Acuña, Maja Lascano,
Caro Andreetti, Bruno Rota, Hernán
Mancuso, Mélody Guini,
Mariana Castro , Clau Toro, Carlos
Rottgardt,
Ricardo Pons, Walter Álvarez, Alicia
Herrero,
Eduardo Avedaño, Johanna Borchardt, Naha Shin, Verónica
Olivieri,
Vincent Grunwald, Natalia García Barros
Dirección: Perú 84, 6to
piso, Oficina 82 , Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
* El ingreso es hasta las 20 Hs.
martes, 14 de octubre de 2014
lunes, 4 de agosto de 2014
sábado, 19 de julio de 2014
Recolección. 2011-2014.
Esta proyecto consiste en la reunión de objetos y obras que recolecté de la calle durante los
años 2011-2014 en caminos realizados al trabajo, a mi casa, al colegio de mis
hijos, a galerías. Fueron caminos comunes sorprendidos por hallazgos en los
barrios en los que viví y me muevo: Palermo, San Cristóbal, Villa Santa Rita,
Nuñez.
Por
cada una de ellas necesité escribir una referencia, una pequeña crónica de la
esquina en la que las había encontrado, dado que ninguna estaba firmada,
excepto el nombre de un niño sobre una hoja con flores.
Esta
recolección fue una manera de pintar sin tiempo, de escribir mientras
observaba, de pensar una muestra para otros que no conozco,de sentirme
acompañada en la ciudad, de robar minutos alos deberes cotidianos en pos de un
descubrimiento, de trabajar sin dejar de pensar en quién soy.
Yo
no sé por qué se han deshecho de ellos, los reuní con la intención de una
observación maternal.
¿Cuál
es el arte de entrecasa que nunca conoceremos? ¿Cuál es la relación entre
aquello que se descarta y aquello que se exhibe? ¿Cómo nos interpela aquello de
lo cual no tenemos referencia de su autor? ¿Cuáles son los dibujos que se
exhiben en las bolsas de residuos? ¿En qué momento se fractura lo que deseamos
de lo que dejamos de amar?
Estas
obras el año pasado formaron parte de un sueño, de modo tal, que ya fueron
exhibidas, estaban colgadas en una sala inmaculada al lado de un recuadro de telgopor
en el que disponía con alfileres papeles encontrados: naipes, fragmentos de
cartas, listas de supermercado, notas a través de las cuales, personas
discapacitadas venden sus mercancías en el subte. Sobre el piso del sueño se
proyectaban, de manera circular, fragmentos del libro el Salón Literario de
Sastre, libro que reúne ensayos de J.M. Gutiérrez, J.B. Alberdi, E. Echeverría,
y el mismo M. Sastre sobre la tradición española y la vanguardia literaria que
los jóvenes de la generación de 1937 discutían yquerían forjar.
Yo
indago sobre lo que otros dejan.
Las
preguntas que se me ocurren son: ¿Qué relación existe entre aquellas tertulias
y las del arte de hoy? ¿Cuál es el contorno de las voces a las que debiéndolas
oír, querríamos desobedecer? ¿Están lejos o cerca?
¿Qué
espacios existen de exhibición para las obras del odio?¿Qué dibujos fueron
basura en aquella época? Estas obras, ¿Deberían ser mostradas en un museo o en
un basural de clásicos literarios a exhumar?
Naturaleza
Gurruchaga
y Güemes.
Camino
con una bolsa de hacer mandados.
Ya
hice las compras y no logré llenarla.
Me
levanto a las 3 de la mañana para hacer trabajos para personas que no valoran.Y
cobro muy poco dinero.
Planifico
las comidas mientras envío currículumscon la tensión de la aguja del segundero.
Cuánto
dinero tendría que cobrar para satisfacer las necesidades básicas y quedarme en
casa el tiempo que quiera, pintando, escribiendo, jugando con mis hijos.
Trabajo,
escriben mis dedos en la mente, conviértanse en un derecho lúcido y alegre como
el derecho al tiempo de las ganas.
Prescindiré
de la ropa, los accesorios y los muebles.
Seré
intransigente con los paseos, las comidas y la nafta para que el coche nos
lleve a lugares desconocidos.
Trabajo,
escriben mis pies en el piso, no me lleven lejos.
Pero
el trabajo no llega como espero y en su lugar son las horas de rebuscarme las
salidas del día a día.
100
pesos de aquí. 100 pesos de allá. Son los las cosas que puedo comprar. Pan, leche,
fideos, pañales, caramelos que se amontonan en mi bolsa por la mitad.
Un
hombre sale de un negocio y no sé por qué motivo me ofrece un cuadro, una
lámina con una naturaleza muerta.
¿Habrá
querido llenar mi bolsa?
¿Habrá
querido alegrar el reloj de mis pensamientos?
Yo
no pregunto cuando alguien me da algo que no quiere más. Ni digo gracias ni
nada.
¿Qué
sentido tendría agradecer deshechos?
Sin
embargo se iluminan los ojos de una mendiga que está dentro de mí.
Es
una virgen sucia, con mocos y haraposa a la que no le pido nada porque no tiene,
y le agradezco por mostrarme los colores.
Piedras marrones sobre
un cielo color pastel
Gurruchaga
y Güemes.
Pruebo
la posibilidad de que mi hija vaya más horas al jardín.
Estoy
con un bebé recién nacido y camino a la hora de la siesta para distraerme.
¿Estarás
bien?, le pregunto a mi hija a través de las hojas de los árboles que vuelan
hacia el lugar en el que está.
Te
extraño.
Yo
no sé si hice bien.
Quise
estar con tu hermano el tiempo liso que te di a vos.
Pero
estás vos y me confundo y siento que tengo que estar con los dos.
La
decisión fue por no darte sonrisas escondidas.
Dos
seres diminutos pidiendo la leche.
Haciéndose
caca.
Los
fideos con queso.
La
diversión.
Yo
me canso y quiero que un papá, papá abuelo, mamá, mamá abuela venga a tomar
mates y diga: qué linda sos, sos buena, tomemos un helado.
Yo
no sé cómo ser lo que nunca fui.
Y
tiendo la ropa con esmero en la soga que corta el cielo por la mitad en nuestra
terraza.
El
color igual, la infinita gama de mis sentimientos.
Si
nos acostamos en el piso vemos las nubes moverse. No necesitamos un parque ni
una casa grande.
Te
presto mis collares y mis pulseras y nos disfrazamos para el cielo.
¿Él
nos mirará? ¿Le gustaremos? ¿Vos qué decís? Le pregunto a mi hija que está por
salir de la escuela.
Yo
quiero ser amada por el cielo de la tarde. ¿A vos te gustan las estrellas?
Si
es verdad, que vengan y trabajen. Les prestaremos nuestras joyas y las
invitaremos a comer.
Esos
son los pensamientos cuando quiero algo que extraño y una decisión ya fue
tomada.
Mi
hijo está dormido en un caparazón de nuez prestado. Es suave, sus ojos son
intensos. Y no pregunta, acepta.
Hijo:
espero que me quieras aunque dude.
Espero
que nunca me pase nada para darle a tu noche una teta.
Son
la vida que quiero y me desborda.
Hola
vida, estoy transportando un changuito azul con recuadros blancos.
Qué
estarán haciendo las chicas que quiero ser.
Y
la respuesta la hallo en una esquina:
unexperimento pictórico que decora la ciudad: rocas
marrones sobre un cielo color pastel.
Lo
blando del transitar abriga la piedra que soy para estos niños que dependen de
mí.
Esquiadores
Sarandí
y San Juan.
Un
maestro pidió a sus alumnos que dibujaran sus futuras vacaciones de invierno.
Un
niño, cuyo nombre desconozco, trazó dos esquiadores en un paisaje de nieve.
Es
otoño, hace frío y estoy yendo al trabajo.
El
trazo de fibra alegra el recorrido común de los días.
La
palabra futuro ilumina los deseos de una casa a la luz de la vela y una manta
de lana tejida a mano.
Así,
con el movimiento de las olas cuando el sol las entibia hacia la orilla, tomo
dos agujas imaginarias y coso la tarea descartada a mi mente.
Me
gustaría llegar a un trabajo en el que me hicieran dibujar.