Comparto el enlace:
https://www.agenciapacourondo.com.ar/fractura/tamara-domenech-y-sus-apunte-poemas-que-surgen-de-la-fuerza-de-lo-cotidiano
Gracias @mis.aelcastillo, @agenciapacourondo
Ediciones Liliputienses @elblogliliputiense !!!
En el mes de septiembre, de este año, volvíamos de un viaje
con una amiga que se está preguntando si quiere ser mamá, y uno de los temas
que la aquejaba era el hecho de dejar de compartir momentos con lxs amigxs que
se tienen cuando alguien no lo es. Entonces, le respondí que cuando unx decide
ser mapadre conoce a otrxs que se pueden convertir en amigxs: en el hospital,
en los cursos de preparto, en las salas de espera, en las plazas y/o en la
puerta de la escuela. Por ejemplo, le comenté, como lo conocí a Lanfranco
Ezpeleta, en el patio de la Escuela N°9 “Berón de Astrada”, mientras
esperábamos a nuestros hijxs que salieran o entraran al jardín. Me acuerdo, aún
hoy, que un día lxs llevamos a la plaza que está al lado y, mientras ellxs se
subían y bajaban del tobogán, nosotrxs nos dimos cuenta que teníamos muchas
cosas y recorridos en común. En relación al arte, la escritura, la docencia.
Así fue que nos hicimos mejores amigos, de esos con los que nos gusta estar, compartir
y crear.
Con él realizamos tres ediciones maravillosas: “Duraremos
más que el tiempo”, “Disfraz” y “El 22”, libros que reúnen parte de su
trayectoria artística docente, gracias a las cuales lxs estudiantes no sólo
presentaron sus producciones fuera de la escuela, sino que tuvieron la
posibilidad de darle a sus palabras, dibujos y fotografías el estatuto de arte,
la importancia de dedicarle un tiempo, un espacio y condiciones de recepción a
eso que permanece muy guardado, en silencio, plegado, en el cuarto oscuro de la
casa, la habitación, la carpeta, la mente, el corazón.
En ese momento, nos juntábamos en su casa, que quedaba cerca
de la escuela, y como ya había nacido Romeo lo cuidábamos mientras
trabajábamos. Algo que me llamaba la atención, cuando tenía dos o tres años,
era cómo jugaba solo con sus muñecos de madera que guardaba en un carrito. Y,
no sé si fue así, o lo inventa ahora mi memoria, balbuceaba, inventaba
historias para esos personajes.
Cuando Rome terminó el jardín y comenzó la primaria tengo
otro recuerdo que no está lejos de eso que viví con los dos, esas tardes de
arte y crianza. Y fue que había comenzado a hacer libros con hojas blancas que
su padre abrochaba y sobre las cuales inventaba cuentos con fibras y
palabras.
Esa colección quizá sea una de las cientos de antesalas del
trabajo que se presenta hoy, momentos compartidos entre un padre y un hijo, en
los que ambos encontraron en los mismos materiales una manera de la alegría.
Como transmiten la energía, los sueños, los inventos del
trazo de una persona, todavía en edad escolar, y los colores, la
permanencia/confianza que la fibra, un padre da.
Esta es la primera muestra de un hijo que dibuja y un padre
que colorea.
De dos personas amigas antes y después de conocerse.
Un poco como pasa con los mejores amigos, se eligen desde la
historia sin mediar palabras, es un flash para toda la vida.
¡Adelante, pasen, vean y déjense llevar por el futuro, la
amistad!
Tamara
Domenech
Diciembre, 2024