sábado, 19 de julio de 2014

Recolección. 2011-2014.



Esta proyecto consiste en la reunión de objetos y obras que recolecté de la calle durante los años 2011-2014 en caminos realizados al trabajo, a mi casa, al colegio de mis hijos, a galerías. Fueron caminos comunes sorprendidos por hallazgos en los barrios en los que viví y me muevo: Palermo, San Cristóbal, Villa Santa Rita, Nuñez.
Por cada una de ellas necesité escribir una referencia, una pequeña crónica de la esquina en la que las había encontrado, dado que ninguna estaba firmada, excepto el nombre de un niño sobre una hoja con flores.
Esta recolección fue una manera de pintar sin tiempo, de escribir mientras observaba, de pensar una muestra para otros que no conozco,de sentirme acompañada en la ciudad, de robar minutos alos deberes cotidianos en pos de un descubrimiento, de trabajar sin dejar de pensar en quién soy.
Yo no sé por qué se han deshecho de ellos, los reuní con la intención de una observación maternal.
¿Cuál es el arte de entrecasa que nunca conoceremos? ¿Cuál es la relación entre aquello que se descarta y aquello que se exhibe? ¿Cómo nos interpela aquello de lo cual no tenemos referencia de su autor? ¿Cuáles son los dibujos que se exhiben en las bolsas de residuos? ¿En qué momento se fractura lo que deseamos de lo que dejamos de amar?
Estas obras el año pasado formaron parte de un sueño, de modo tal, que ya fueron exhibidas, estaban colgadas en una sala inmaculada al lado de un recuadro de telgopor en el que disponía con alfileres papeles encontrados: naipes, fragmentos de cartas, listas de supermercado, notas a través de las cuales, personas discapacitadas venden sus mercancías en el subte. Sobre el piso del sueño se proyectaban, de manera circular, fragmentos del libro el Salón Literario de Sastre, libro que reúne ensayos de J.M. Gutiérrez, J.B. Alberdi, E. Echeverría, y el mismo M. Sastre sobre la tradición española y la vanguardia literaria que los jóvenes de la generación de 1937 discutían yquerían forjar.
Yo indago sobre lo que otros dejan.
Las preguntas que se me ocurren son: ¿Qué relación existe entre aquellas tertulias y las del arte de hoy? ¿Cuál es el contorno de las voces a las que debiéndolas oír, querríamos desobedecer? ¿Están lejos o cerca?
¿Qué espacios existen de exhibición para las obras del odio?¿Qué dibujos fueron basura en aquella época? Estas obras, ¿Deberían ser mostradas en un museo o en un basural de clásicos literarios a exhumar?





Naturaleza

Gurruchaga y Güemes.
Camino con una bolsa de hacer mandados.
Ya hice las compras y no logré llenarla.
Me levanto a las 3 de la mañana para hacer trabajos para personas que no valoran.Y cobro muy poco dinero.
Planifico las comidas mientras envío currículumscon la tensión de la aguja del segundero.
Cuánto dinero tendría que cobrar para satisfacer las necesidades básicas y quedarme en casa el tiempo que quiera, pintando, escribiendo, jugando con mis hijos.
Trabajo, escriben mis dedos en la mente, conviértanse en un derecho lúcido y alegre como el derecho al tiempo de las ganas.
Prescindiré de la ropa, los accesorios y los muebles.
Seré intransigente con los paseos, las comidas y la nafta para que el coche nos lleve a lugares desconocidos.
Trabajo, escriben mis pies en el piso, no me lleven lejos.
Pero el trabajo no llega como espero y en su lugar son las horas de rebuscarme las salidas del día a día.
100 pesos de aquí. 100 pesos de allá. Son los las cosas que puedo comprar. Pan, leche, fideos, pañales, caramelos que se amontonan en mi bolsa por la mitad.
Un hombre sale de un negocio y no sé por qué motivo me ofrece un cuadro, una lámina con una naturaleza muerta.
¿Habrá querido llenar mi bolsa?
¿Habrá querido alegrar el reloj de mis pensamientos?
Yo no pregunto cuando alguien me da algo que no quiere más. Ni digo gracias ni nada.
¿Qué sentido tendría agradecer deshechos?
Sin embargo se iluminan los ojos de una mendiga que está dentro de mí.
Es una virgen sucia, con mocos y haraposa a la que no le pido nada porque no tiene, y le agradezco por mostrarme los colores.




Piedras marrones sobre un cielo color pastel

Gurruchaga y Güemes.
Pruebo la posibilidad de que mi hija vaya más horas al jardín.
Estoy con un bebé recién nacido y camino a la hora de la siesta para distraerme.
¿Estarás bien?, le pregunto a mi hija a través de las hojas de los árboles que vuelan hacia el lugar en el que está.
Te extraño.
Yo no sé si hice bien.
Quise estar con tu hermano el tiempo liso que te di a vos.
Pero estás vos y me confundo y siento que tengo que estar con los dos.
La decisión fue por no darte sonrisas escondidas.
Dos seres diminutos pidiendo la leche.
Haciéndose caca.
Los fideos con queso.
La diversión.
Yo me canso y quiero que un papá, papá abuelo, mamá, mamá abuela venga a tomar mates y diga: qué linda sos, sos buena, tomemos un helado.
Yo no sé cómo ser lo que nunca fui.
Y tiendo la ropa con esmero en la soga que corta el cielo por la mitad en nuestra terraza.
El color igual, la infinita gama de mis sentimientos.
Si nos acostamos en el piso vemos las nubes moverse. No necesitamos un parque ni una casa grande.
Te presto mis collares y mis pulseras y nos disfrazamos para el cielo.
¿Él nos mirará? ¿Le gustaremos? ¿Vos qué decís? Le pregunto a mi hija que está por salir de la escuela.
Yo quiero ser amada por el cielo de la tarde. ¿A vos te gustan las estrellas?
Si es verdad, que vengan y trabajen. Les prestaremos nuestras joyas y las invitaremos a comer.
Esos son los pensamientos cuando quiero algo que extraño y una decisión ya fue tomada.
Mi hijo está dormido en un caparazón de nuez prestado. Es suave, sus ojos son intensos. Y no pregunta, acepta.
Hijo: espero que me quieras aunque dude.
Espero que nunca me pase nada para darle a tu noche una teta.
Son la vida que quiero y me desborda.
Hola vida, estoy transportando un changuito azul con recuadros blancos.
Qué estarán haciendo las chicas que quiero ser.
Y la respuesta la hallo en una esquina:
unexperimento  pictórico que decora la ciudad: rocas marrones sobre un cielo color pastel.
Lo blando del transitar abriga la piedra que soy para estos niños que dependen de mí.





Esquiadores

Sarandí y San Juan.
Un maestro pidió a sus alumnos que dibujaran sus futuras vacaciones de invierno.
Un niño, cuyo nombre desconozco, trazó dos esquiadores en un paisaje de nieve.
Es otoño, hace frío y estoy yendo al trabajo.
El trazo de fibra alegra el recorrido común de los días.
La palabra futuro ilumina los deseos de una casa a la luz de la vela y una manta de lana tejida a mano.
Así, con el movimiento de las olas cuando el sol las entibia hacia la orilla, tomo dos agujas imaginarias y coso la tarea descartada a mi mente.
Me gustaría llegar a un trabajo en el que me hicieran dibujar.



Líneas rectas

Recto es el camino que me lleva al trabajo
y encuentro un dibujo titulado de la misma manera.
Me hace dudar de lo que sé.
Lo recto se mueve y se vuelve curvilíneo.
¿Qué forma tiene el camino hacia mi casa?
¿Qué forma tiene el camino del amor?
Camino y veo colores.
Soy la  tonta de los contornos. Cuándo empieza un dibujo y cuándo termina una historia de amor.
Me muevo como las nubes y las hojas de los árboles.
Mis pasos hacia lo que sé se interrumpe con aquello que no, y me siento viva.