MARTES VERDE
Martes Verde reúne poemas de 54 escritoras leídos
en la explanada del Congreso de la Nación durante las sesiones en las que se
trató el proyecto de ley por el derecho al aborto legal y gratuito en la cámara
de diputados, durante el año 2018.
Es un libro en el que el que se conjuga la
acción, un modo de pedir, un modo de estar en las calles y en la escritura.
Su materialización colectiva, a partir de una
coedición a cargo de 9 editoriales, entre ellas, Club Hem, Color Pastel, Gog
& Magog, El Ojo del Mármol, Mi gesto Punk, Paisanita, Pánico el Pánico, Presente
y Viajera, constituye un modo colectivo de pensar, producir, organizar y
difundir proyectos, junto con cientos de mujeres más que los portaron en sus
carteras, los presentaron, compartieron, distribuyeron, recomendaron,
reseñaron, publicaron en medios de comunicación, invitaron a otras a escribir
hasta llegar a confeccionar un segundo volumen, de próxima aparición, con voces
que representan este conflicto en el territorio nacional.
La edición de este libro para mí constituyó un
hito en por los menos tres aspectos, en primer lugar, al inaugurar un modo de
gestar desde la generosidad, evitando así, que el ego nos marque la cara.
En segundo lugar, al generar la posibilidad de
coproducir, es decir, hacer posible una idea, necesidad, deseo, sin que la
cuestión de los recursos materiales se convirtiera en un impedimento ni que las
múltiples tareas de acopio de material, corrección, producción y difusión, sea
una empresa titánica o de sumisión.
Por último, en problematizar el proceso de
trabajo al pensar en la desigual participación de las mujeres en espacios macro
y micropolíticos, como por ejemplo el mundo editorial, la cantidad de mujeres
que escribieron y no fueron publicadas, en las que fueron publicadas bajo una
lógica hegemónica de la publicación, en la invisibilización en cánones
literarios, programas de las facultades, libros de texto, reseñas en los
medios, espacios en la televisión.
Este libro rompe esa fotografía, esparce sus
fragmentos por el aire y nos convoca a escuchar, compartir, luchar y participar
en una celebración.
Quiénes sino nosotras para hacer presentes
nuestras voces entramadas de filiaciones transparentes y fuertes como la tanza
que sostiene el peso de un cuadro. Un hilo que se vuelve práctica, al
entendernos, acompañándonos.
Pero también para hacer presentes los cuerpos
que no están.
Esa tensión que atraviesa, como si fuera un
rayo, la casa, los lugares de trabajo, las aulas, moviendo los cimientos de
nuestra escritura y nuestra organización.
Ahora somos quienes trabajamos con otras las
palabras que dejan de ser privilegios, sacrificios, engranajes útiles,
inofensivos y esperables de una maquinaria discursiva desgastada recompuesta
por nosotras con poemas.
Así, quizá hayamos dejado de ver un fragmento
de la cara en un espejo de mano para vernos de cuerpo entero y de pie en otro
en el que entramos todas.
La publicación de un libro, en tanto conquista
de una imagen deformada, voces que se alzan tuercen por donde van.
Provoca la sensación de una especie de
milagro.
O de justicia.
Ese es el camino.
Que sea LEY!
Tamara Domenech
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