miércoles, 30 de octubre de 2024

Palabras para la presentación de Apunte poemas, de Tamara Domenech. Gracias infinitas por sintonizar con mi corazón!

Me escapo de la crítica sesuda, de la reseña o del elogio comparativo con nombres de marca y éxito. Voy a compartir simplemente por qué me gusta la poesía de Tamara, mi experiencia lectora, como si estuviéramos en un café. Después si alguien más leyó su poesía, sería genial que pudieran contar.

 

A Tamara le importa la gente. A mí siempre me sorprende eso, que me asumo misántropa. Pero cuando leo sus poemas, le doy la razón en dos cosas: cuando me contradice y me señala que en realidad no soy tan misántropa como me creo; y en que la política más radical que podemos poner en práctica es el Amor. Lo ha sido siempre. Eso no significa poner cara de buenitos ni creernos o aspirar a ser santos. Distinción fundamental que también está bien clara en la poesía de Tamara. No es un amor en abstracto (que puede ser llenado con cualquier concretitud bazofia). Sería un amor de clases, un amor en el contexto de la lucha de clases, como dice Mao Tse-Tung en una conferencia que leí estos días, y de alguna manera, como dice el Mao con el que sueña Tamara en su poema homónimo: sueños de justicia, de justicia social, en los que no se deja afuera de los bienes necesarios la materialidad de la epifanía, del contacto con la naturaleza y del amor, para que esa revolución tan imprescindible no sea solo una instrucción sino una invitación de la que gocemos participar.

 

Tamara perfecciona a Mao en sueños y en poemas.

 

La poesía que viene escribiendo hace años, y que también se encuentra en este libro, es una herramienta de investigación de ese amor combativo, es la manera de llegar a la Atención necesaria para descubrir el brillo del otro, el regalo que trae sin saber y que nos conmueve y hace posible formar un nosotros. Es su modo de estar atenta, nos lo cuenta y se vuelve nuestro modo al leerla y permitirnos enfocar mejor, al hacer nuestras sus escenas o como en mi caso –reconocer– que somos militantes de ese amor.

 

En Apuntes poemas se nos señala el asombro del contacto con los otros: por ejemplo, en “Nina”, se comparte un recuerdo a raíz de saludar y prestar atención a una perrita con un pañuelo; en “Estiramiento”, se percibe el latido del corazón de una profesora de gimnasia y en “Libros”, se prefiere una literatura que no esté encerrada sino que sea un vaso comunicante.

 

¿Dónde me reconocí como parte de ese nosotres que busca Tamara en sus poemas? Sobre todo en la poeta-docente. En la trabajadora de cualquier escuela (no las que dan renombre en nuestro sistema de validación vetusto pero vigente). Allí, la poeta-docente escucha el tintineo de las pulseritas de la secretaria tipeando y eso es alegría. Su presencia antisistema dentro de uno de los órganos del sistema y en la cajita del aula da testimonio de la rajadura, inventando en la herida, y con el desconcierto, otro paisaje. Armando un clima para que haya, en cambio, un concierto de adolescentes animados por otra cosa que no sea la crueldad y el vaciamiento del tecnocapitalismo. Tamara los quiere y sus clases son poemas porque como dije antes, su poesía es Atención y Afecto.

 

Pienso que quizás le puso Apunte poemas por ese aprendizaje del vivir del que toma nota de manera permanente. No porque sean poemas incipientes, o la idea de un poema aún no terminado. Su concepto de poesía es “la vida amontonada”

“los vaivenes de un cuerpo cuando está con alguien más”

y si hay tradición, es la de la “asamblea, juntada, reunión o movida”

lo que “ligue el adentro con el adentro de otrx en un afuera”.

 

En la poesía de Tamara hay comunidades posibles: frágiles, vulnerables, provisorias caóticas, como la enumeración, la lista nominal, la cita o el símil sorpresivo que caracteriza su escritura. Y justamente por esto, son comunidades llenas de potencia. Sus poemas, me arriesgo a decir, proponen la siguiente tesis política: no creen en la fijeza, sino en la verdad del movimiento: es el signo de la vida.

 

Me arriesgo a decir que sus poemas también son una petición, a la que me uno: no dejemos nunca de ser aprendices, escribamos, tomemos apuntes para compartir con quien haya llegado tarde a esa clase o se tenga que ir corriendo a preparar la comida a los chicos, los gatos, los ancianos, las flores.

 

Noelia Rivero, octubre 2024.

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